La leishmaniosis es una enfermedad grave que puede afectar a perros y otros mamíferos, incluidos los humanos; está causada por un parásito llamado Leishmania. Las infecciones por Leishmania spp. y más concretamente por L. infantum suelen transmitirse por especies específicas de «insectos vectores» pertenecientes al grupo de los flebótomos. Los flebótomos son insectos nocturnos, y sólo están activos desde el atardecer hasta las primeras horas de la noche y al amanecer. En los climas templados, los flebótomos son activos de abril a noviembre en el hemisferio norte, mientras que en los países tropicales pueden encontrarse durante todo el año.
La leishmaniosis sigue siendo una zoonosis importante, sobre todo en Sudamérica y la cuenca mediterránea, así como en África oriental. Se sigue pensando que los perros son un reservorio predominante, aunque se han encontrado otros animales de compañía, incluidos gatos y caballos, con infección clínicamente significativa.
La transmisión se produce cuando un flebótomo portador del parásito pica a un perro. El perro se infecta y se convierte en huésped del parásito. Cuando otro flebótomo pique a este perro infectado, ingerirá el parásito con la sangre y lo transportará hasta que pique a otro perro, transmitiendo el parásito una vez más.
No todos los perros infectados desarrollarán la enfermedad, algunos permanecerán asintomáticos y otros la padecerán con diferentes grados de gravedad. Los signos clínicos son muy variables en función de la respuesta inmunitaria del animal.